Me quedo sentada. Disfruto de ver como el viento te corre
por la cara. Te mueve lentamente el pelo que te cae sobre la frente. Te reís.
Hay pocas cosas en el mundo que me gusten tanto como verte reír. Esos hoyuelos
que se forman al final de tu sonrisa y los ojos achinados. No te conozco, no sé
cómo sos pero siento que me perteneces. Algo me dice que ya nos conocíamos.
Capaz te estaba esperando. Capaz me estabas esperando. Capaz el destino decidió
que nos crucemos ahora, ahí, de esa manera: vos sentado en un banco, yo sentada
en el pasto.
No sé qué va a pasar entre nosotros, solo sé tu nombre y con
eso me alcanza. Ojalá pueda conocerte más, ojalá me dejes. Mientras tanto navego
en ese mundo perfecto al que me llevas cuando te reís. Deseo que esos segundos
no se terminen nunca y que esas cosquillas en la panza no desaparezcan cada vez
que te veo llegar.
Te vas y yo me quedo unos minutos más en ese paraíso que
dejo tu presencia. Quiero saber todo de vos. Y si vos hoy me preguntas que
carajo es el amor, la respuesta no la sé. Pero todo esto no es casual ni pasa
todos los días. Bienvenido amor, ¿sos vos? Por favor no me decepciones otra vez.
Bienvenido amor, si esta vez sos vos pasa, la puerta está abierta.
Octubre, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario